lunes, 13 de abril de 2009

Durante las primeras décadas del siglo XVI, la Sierra Nevada de Santa Marta fue para los españoles un gran macizo montañoso que anunciaba Tierra Firme. En las playas vecinas, los conquistadores podían aprovisionarse de agua dulce proveniente de los caudalosos ríos que descienden de las cumbres nevadas y tomar frutas y alimentos de los que cultivaban los indios.

El primer contacto de los conquistadores españoles con los pobladores de la costa cercana a las estribaciones de la Sierra Nevada se efectuó en el año 1501, cuando el capitán Rodrigo de Bastidas desembarcó en la playa de Gaira, cerca de donde posteriormente fundó la ciudad de Santa Marta. Allí negoció con los indios oro y perlas a cambio de baratijas.

Desde entonces, esa parte de la costa Norte de Colombia fue visitada sucesivamente por carabelas que zarpaban de Santo Domingo en busca de esclavos y oro. En esos primeros años del contacto el tráfico de esclavos fue intenso entre las Antillas y las costas recién descubiertas.

En 1526, Rodrigo de Bastidas, quien fuera nombrado cinco años antes por el Consejo de Indias, gobernador y adelantado de la región comprendida entre el cabo de la Vela y la desembocadura del río Magdalena, llegó de nuevo a la bahía de Santa Marta con la obligación de fundar una ciudad, como en efecto lo hizo, bautizándola con el mismo nombre de la bahía. Poco después inició la exploración de los alrededores de Santa Marta con el fin de establecer contactos pacíficos con los indígenas. Hasta esos momentos, a pesar de la resistencia que dieron los indígenas, sólo se habían realizado algunos encuentros armados. Para Bastidas era preferible una conquista pacífica y su intención era convertir su fundación en centro de intercambio comercial, manteniendo en lo posible intacto el sistema de producción indígena. Era el primer paso para dominar a los habitantes nativos de la Sierra.

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